sábado, 17 de octubre de 2009

VIAJANDO

En ocasiones, sumida en mi mundo, me descubro viajando a lugares impenetrables, en los que la cristalinas y puras aguas recorren arrollos zigzagueantes, con curvas sinuosas, que llevan una variedad de peces fascinantes, con ejemplares de casi todos los colores existentes. Me imagino caminando por frondosos bosques, en los que cuando las nubes abren paso a un solitario rayo de sol, recobra vida la naturaleza más increíble jamás conocida. En dichos bosques, la brisa trae consigo un ligero aroma a eucalipto y tierra mojada, y el suelo está cubierto siempre de musgo, debido a la incesante lluvia que no deja pasar ni un solo día sin hacer notar su presencia. En estos maravillosos lugares, la monotonía parece no existir, dado que a cada paso que das descubres nuevas formas de vida, y la magia que todo rodea parece sacada de un cuento. Y, cuando menos te lo esperas, comienza a llover. Todos los seres se resguardan en sus escondites secretos. Todos menos uno. Me quedo allí, empapándome, por que sé que la visión más bonita del viaje está aún por llegar, porque sé que merece la pena aguardar allí. Y así sucede. Poco a poco, los goterones de la lluvia, orgullosos del trabajo realizado, se debilitan hasta desaparecer, y los nubarrones que antes cubrían todo el cielo dejan pasar la claridad del sol, hasta descubrir un enorme arco iris. El arco iris más bonito que podrán ver mis ojos.

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